lunes, 4 de marzo de 2013

El poder y la humildad / JOSÉ MAYORA        

viernes 15 de febrero de 2013 12:00 AM
La perplejidad del mundo frente a la decisión del Papa Benedicto XVI, ha sido recogida por todos los medios de comunicación que la mano del hombre ha creado. Tal conducta no solo se sostiene en su carácter inédito, sino en la significación para el mundo católico, y para todas las sociedades organizadas al frente de las cuales existen líderes.

No es mi intención abordar un tema que supone conocer, por la medida pequeña, las interioridades del Derecho Canónico. Dejo en manos de quienes con conocimiento experto, enjundia y amplitud de criterio, han venido analizando, dentro y fuera de la Iglesia católica, la histórica decisión. No me cabe la menor duda que esta decisión seguirá siendo comentada durante mucho tiempo después que el ilustre prelado deje la silla petrina.

Aparte de su connotación, en esta decisión hay muchas aristas pedagógicas endosables a otras instituciones, no necesariamente eclesiásticas. Comencemos por decir que el Papa es un líder no sólo espiritual, también tiene unas responsabilidades terrenales vinculadas con la operación de una institución que tiene presencia en casi todos los lugares donde existe gente reunida. De allí que los contextos específicos, las innovaciones, las modas, las tendencias, la tecnología, son factores que están detrás de las decisiones de quien es responsable no sólo del Obispado de Roma, sino de la designación de cuanto obispo y arzobispo exista sobre la faz de la tierra. Obviamente, sus decisiones no sólo se dan por inspiración divina.

La Iglesia católica no es un proyecto personal sobre la cual un ser humano pueda decidir de manera excluyente. Tampoco es un proyecto donde el ensayo y el error puedan ser utilizados gerencialmente, desconociendo su impacto negativo. Su revisión institucional exige que se convoquen concilios, especies de asambleas constituyentes, que evalúan su situación y toman las medidas adecuadas y oportunas que la pongan a tono con la modernidad.

Este liderazgo es todavía más relevante si tomamos en consideración que el poder del Papa no sólo se ejerce al interior de su institución. Quiérase o no el Papa también es un líder extrainstitucional con un poder poco convencional.

En esta oportunidad el Papa ha puesto encima de la discusión pública, una cara del poder que no estamos acostumbrados a ver y que ojalá sirva de ejemplo, o al menos de reflexión, para muchos líderes. Me refiero al "poder de la humildad". Ese poderoso ser, reconoce que ya no tiene fuerzas físicas para continuar la tarea que le ha sido encomendada y le dice a la institución, de la que todavía es su máximo líder, que haga lo conducente para que se elija un nuevo Papa, cuyo nombre no será decidido por él, sino que debe salir del seno de la instancia idónea, como es el Colegio Cardenalicio.

En una carta clara, corta, y muy responsable, el Papa anunció a sus feligreses y al mundo entero su decisión. Independientemente del precedente que al interior de la Iglesia católica se sienta con esta decisión, este menudo hombre en su estatura física, pero gigante en su dimensión humana, pareciera enviarles un mensaje a tantos líderes que se aferran al poder independientemente de lo que ello signifique en vidas, deterioro institucional, tiempo desperdiciado y descomposición social.

En lo que a Venezuela se refiere, y más concretamente dentro de las filas revolucionarias, la reciente decisión papal no debe ser bien vista y por ello se procurará no darle mayor importancia. ¡A buen entendedor...!

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